Javier Calamaro

Ahí viene el cacike marihuano,
sonriendo sin saber,
como llegó a la ciudad.
Sólo lleva un taparabos
y la manada se le pega,
creyendo que es algún chaman...
y hay un sol del carajo,
hay un sol del carajo,
hay un sol del carajo,
hay un sol...
Mientras vé pasar los autos
en una esquina de Lugano,
una voz le grita rastaman.
La manada corta mambo
lo rodea y lo está internando
con todo el rollo existencial,
y hay un sol del carajo
hay un sol del carajo
hay un sol del carajo
hay un sol...
y hay un sol del carajo
hay un sol del carajo,
hay un sol del carajo,
hay un sol...
lo tienen acorralado,
y el cacike solo está pensando,
en escapar de la ciudad.
Y sale, volando a cualquier lado
con el bocho enrroscado
en pensamientos sin final.
Y hay un sol del carajo,
hay un sol del carajo,
hay un sol del carajo,
hay un sol...
Y hay un sol del carajo...
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